Es cuestión de sangre y espacialidad,
la poca escogencia que se contrae al
despertar,
no en consciencia,
mas en el lapso de respiración
que inicia en lágrimas y se acrecienta en
la piel
por el fruto de la inocencia.
En posiciones de la línea que comienza sin
voluntad
se estacionan las víctimas del aire,
todas robando, compartiendo y en algunos
casos prestando
el aliento de memorias que por boca
no se menciona.
Salen del cuadro los trazos más retorcidos
que en su visión no entraron,
lagunas de cuerpos acumulados,
cementerios hechos villas,
cuentos que de ninguna forma
pintan maravillas...
Soy la poca voluntad
que el cuervo está esperando devorar...
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