Me van floreciendo ojeras en la cara,
se cultivan con la oscuridad de la medianoche
mientras apuñalo mi cuerpo por minutos;
un cigarro mal fumado
para colmar la ira y mantenerla en el horno.
Intento decidir a cual balcón acudir,
tal vez Julieta se vista de chola esta noche,
tal vez su cabellera será las cuerdas con que se definan
las tonalidades de sus gemidos en nuestra tumba,
o tal vez el café ya se me subió a las neuronas
al notar que es medio día
y las almohadas tomaron vacaciones en otra casa.
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