En veces me pregunto:
¿Qué será la carencia de problemas?
El estar bien,
el no tener una sola perturbación...
Imagino un charco inmaculado,
la tentación más grande de cualquier carajillo
que se empapa bajo un baldazo,
lo veo posado en un palo de los días tuanis,
una regordete paloma,
para ser exactos,
y yo, ese chamaco de cafetal,
andando por donde no tenía,
tratando de jalarse el futuro cuento más pichudo entre la camada,
a veces divago en esa fantástica distopía,
dándome las ansias inmensas de esperar la pedrada,
de jartarme todo cuanto encuentre
para ser un blanco aún más fácil de apear,
luego recuerdo,
que aunque sea el zagüate más hecho mierda de la acera
la piedra y el problema,
por la nuca y sin paciencia,
reiteradas veces me han de arrear.
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