Podrían mis malas intenciones
operar en planos distintos,
darle rosas de placer,
darle espinas de olvido,
propiciarle un franca sonrisa
para saciar el sádico instinto.
Podrían mi desvelo y cariño
serle un reggae mañanero,
trazarle plumas en la espalda
y hasta calzarle mi código en genética,
presenciar el cerrar de sus ojos
tras una sinfónica de cama
aspirar a ser la ceguera y la fragancia
explicarle la razón de mi locura
a punta de besos,
asediarla con caricias
mientras mi sangre y sus labios
no sean solo mi delirio.
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