A la mejor de las amantes
este ciervo de su cintura
incita la danza con que se enajena del suelo,
a ella,
la maldita obra del erotismo etéreo y carnal;
a su esencia le debo
locura de días,
le debo tanto
y tanta desdicha...
a ella mi éxtasis
a ella mi tumba
a ella mis reiteradas blasfemias
mis cuentos, mis huellas,
mi espalda cristianizada por sus manos,
mi boca y final descanso,
a ella mi soledad finita
y mi compañía incompleta
a ella mis ansias eternas...
Lo único que no le pertenece
es la lujuria del cuervo,
pues es solo un pestañeo...
una amante,
un orgasmo de vida
que al prescindir del aliento
no es más que abono,
yo iré con la memoria de las alas;
yo seré historia
yo seré viento.
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Nota del auto: La vida.
miércoles, 16 de septiembre de 2015
domingo, 13 de septiembre de 2015
Café con lluvia a medianoche
Otra taza de café,
más segundos que estrellas nuevamente,
sigue mi realidad
negándome la constelación que anhelo,
sigue dándome excusas,
retratos,
audios de viento
y ninguna duda
de que su sonrisa
es la tumba más hermosa
en el bosque.
Sorbo tras sorbo
la lluvia retengo en mi espectro,
trae versos de un hilo
que cose recuerdos,
tonos en gotas,
su tono
que me da
la verdad
de que solo le tengo
en versos.
más segundos que estrellas nuevamente,
sigue mi realidad
negándome la constelación que anhelo,
sigue dándome excusas,
retratos,
audios de viento
y ninguna duda
de que su sonrisa
es la tumba más hermosa
en el bosque.
Sorbo tras sorbo
la lluvia retengo en mi espectro,
trae versos de un hilo
que cose recuerdos,
tonos en gotas,
su tono
que me da
la verdad
de que solo le tengo
en versos.
viernes, 11 de septiembre de 2015
El entierro del loco
Traen las nieblas cuentos,
tratos amargos entre luces de sepia,
traen las luciérnagas
sus estupendas razones del daño unilateral.
Caen los lazos al suelo
mientras las orquestas callan su subjetividad,
soy amo del desdén,
del amor por la falacia,
por la desdicha de un dramaturgo sin profesión.
Tocan las campanas de un entierro:
el loco cuan feliz nos abandonó,
tan perdido y tan cuerdo
que en su finita eternidad,
su sangre, su traje y su destartalada prisa,
fueron la única rosa en su corazón.
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