A la mejor de las amantes
este ciervo de su cintura
incita la danza con que se enajena del suelo,
a ella,
la maldita obra del erotismo etéreo y carnal;
a su esencia le debo
locura de días,
le debo tanto
y tanta desdicha...
a ella mi éxtasis
a ella mi tumba
a ella mis reiteradas blasfemias
mis cuentos, mis huellas,
mi espalda cristianizada por sus manos,
mi boca y final descanso,
a ella mi soledad finita
y mi compañía incompleta
a ella mis ansias eternas...
Lo único que no le pertenece
es la lujuria del cuervo,
pues es solo un pestañeo...
una amante,
un orgasmo de vida
que al prescindir del aliento
no es más que abono,
yo iré con la memoria de las alas;
yo seré historia
yo seré viento.
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Nota del auto: La vida.
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