Los guantes habían sido empacados
No habría encontrado la Luna...
Pero la necesidad eran mis pecados.
Las lágrimas ya no brotaban en mi rostro,
Su silueta ahora era más que un tatuaje,
Como insignia interna lo usual se habría
roto,
Ahora era el pensamiento y el viaje,
Porque la tierra ya no estaba en mis pies,
La brújula no hablaba con ninguna
coherencia,
Sus palabras solo pintaban lo descompuesto,
La salida de la que aún no tenía
conciencia.
Pasaron las vueltas y el asiento indicaba
La dirección con que rastreaba como girasol
La pista de una mancha pintada,
El espejo inmenso que inspiró el latir de
mi creación,
Una fogata que tiñó más de una ceniza,
Prototipos de fantasmas en vida,
Porciones de tiempo al aire,
Marcas de tristeza en mi risa.
El relato se extiende y no para
De escuchar las palabras que se redactan,
Así como se escuchan los latidos etéreos
De un ser que siento aunque no veo,
Mis labios susurran por la lejanía
A los oídos dedicados del boceto,
Tal vez el suave respirar de su aliento
Comunique un “gracias” sin tinta.
Esa mirada encontré por el bosque
Una noche de insomnio con mi ser,
Y desde el instante inmensurable
Que perdí por no querer desvanecer,
Su vibrar melodioso dibujó sin permiso
Mi sonrisa una vez más sin querer.
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