mas no cabría en la vista la hendija,
ya que en la tienda donde se entró
siempre existe lo reservado tras el
mostrador,
pues se sabe que al pópulo no le agrada,
se busca tener una imagen que trascienda en
lo ejemplar,
un virtuoso de la normalidad y del noble
andar,
el lugar con ninguna costumbre rara,
ahí se podría destacar la presentación,
el apego a las buenas costumbres, la
integridad,
y para que nos falte echar en el cajón,
una esplendida e irrebatible estabilidad.
Todas las anteriores notables bondades
reflejan el escás número de visitantes a la
trastienda,
las multitudes se asoman en las ventanas
y algunos curiosos preguntan por los
precios,
después están los que preguntan por lo
nuevo,
otros notarán que se agotaron productos viejos,
pero solo pocos se acercan,
miran de reojo los estantes,
exploran el lugar con la nariz
y rápido siguen adelante,
llegan al mostrador,
un cordial gesto,
y sin necesidad de un orador,
pasa a conocer lo cierto.
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