por lo impronunciable,
un silencio hecho por las manos
que creían confiables...
tanta caricia y tardes gastadas
en sueños venideros,
que cayeron sin nacer al suelo
por pasado que no reflejaba...
Tanta memoria y diario
sonríen en intocables estrellas,
que aún en la ironía
calientan instantes en la acera,
es buen lugar el suelo
para yacer débil y consciente,
es buen alimento
para ponerse las botas nuevamente...
sacar las caras
y dejar la esencia solamente,
tomar la última daga
y con verdad matar todo lo verde.
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