sus ojos y brazos quebrados en flores,
lenguas ocultas de un tiempo pasado,
letras perdidas en el oscuro acantilado.
Y los cantos se quemarán por los cielos,
al tronar de las bestias rugiendo en el
cerro,
luchando por vidas con luz de guerrero,
asecha la sombra de su corazón sincero.
Y clama el mar por las tardes de fuego,
una rosa florecida por las llamas del
tiempo,
el aroma del fruto que se observará luego,
el honor de las hojas y los delirios del
vuelo.
Y el final no será el seguido en sueños,
y las pistas no serán las puestas por
ellos,
y los versos no serán solo en momentos,
y este latir nunca se volverá en si
eterno.
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