valiosos de la constancia,
véanse en la pintura del ayer
la experiencia y la elegancia
del Sol, los cielos
y el azul en la pradera,
mírense a lo lejos
el horizonte y la esperanza,
tókense en los dedos
el amor de un violín
y la armonía de una guitarra,
así como la complejidad
de un coro incomprendido
por la siempre firme sociedad,
tómenles una tras otra
las copas del destino,
que ellas no están escritas
sino en tus deseos de vino.
Y caminando los pasos
en tu oscuridad
vamos perdiendo
lo vivido en el yo,
vamos percibiendo la presencia
del que está allá
y comiendo los cereales
del que se levantó
en una tarde
trasnochada de coyol,
de tertulias
y acontecimientos en la distancia
como las gaviotas
en la trenza de mis ansias
de perseguir las frases
de un poema en do mayor.
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