las pasiones que me matan,
las mismas que me hablan
y me dejan desatado;
son rojo incontrolable,
adorable y saludable;
una pandemia armoniosa,
mis esencia roja rosa,
espontaneo y aleatorio,
dejando mi sangre
correr en mi escritorio,
dibujando globos fugases,
dejando caer mis ases,
para ser el mismo que no fui,
el reflejo perdido que no vi;
me piensas caballo salvaje?
no confundas mi paisaje,
soy animal instintivo,
un felino fiero y pasivo,
fácilmente depredador,
hasta el muro separador,
el levantado por mi ingenio,
para no romper el convenio,
de dos partes sin saber
que una lo evade al oscurecer,
en programas de una sola vía,
donde invaden sin sangre fría,
sin pistolas, bazookas ni cascos,
solo amor, deseos y abrazos,
de calor, de intuición y de pasión,
de dos o tal vez tres,
cuatro noches mejor ves,
que soy derecho e izquierdo,
que aquí puedo no ser cuerdo,
y por allá todo lo concuerdo,
haciendo caminos marginales,
a la orilla de cien manantiales,
para no ser visto ni escuchado,
ser la sombra en el tejado
de tu gran día soleado,
donde vez caer el tiempo,
sin revivir mandamiento,
desechando juramento,
todo mal momento
que al pasado te ate,
antes de que este te mate,
respira lentamente,
corre tras tu mente,
mira al tonto responder,
al ajeno amanecer,
ese teatro de marionetas,
de dos maestros
y mil almas sin meta.
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