Se volvió cuestión de una pregunta,
dos rimas mal hechas
y más de un cuento maltrecho en su urna,
y es que para qué formar
las métricas estrictas de la academia?
Cuando la tentación es un mar
Y yo un marino que lo usa de libreta,
Sangrando páginas de la madre tierra
Para no perder la costumbre
De rodear la tradición que se hace mera
Fantasía de no bajar de la cumbre,
De voltear la almohada a media noche
Y roncar las dificultades del mal estar,
Patalear la piscina desde la orilla
Y no meterse porqué “que fría está”.
Seguir la metida de patas
cada vez se torna más en tornado,
pues el cabrón dulce se me escapa
cada vez que mi mente se devuelve pa’l
tejado,
pero que viaje más esplendido
el que toca cuando la Luna sale de día,
el dejar botados la teoría de los libros
y comprobar que el pasado no se olvida,
es hermoso el conocimiento de la naturaleza
que nos muestra cuanto necesitamos al
momento,
la maestra zapateando los violines con su
fuerza
al tiempo que el cuero se roba de mi, alma
y cuerpo,
es elegante su sutileza al acariciar la
escoria
que representa el servidor de estas letras,
sentir el amor que el aire transporta a mi
memoria
para recordarme que el sudor no tiene
tarjeta,
aquel ancestro de nuestros tiempos,
tan humano y tan real como el sonido
que aun al dejar su cuerpo perdido,
respira con su flauta desde el firmamento.
Pero ya para dejarse de perspicacias
Y así perder la gracia con que se escribe,
Veamos la ventana que dejás cerrada
Y con la que aún decís que el mundo
percibes,
Está bonita su inutilidad entre el
herrumbre,
Hijo de los latidos que no se escucharon,
El esperar ver como su marco se pudre
Para no enterarse de los que se quedaron
botados,
Porque no está la necesidad de perder
La cabeza por una cuestión que me estrese,
Ni de ponerse sarcástico con usted
Para que su puto camino enderece,
Que las cenizas de los diálogos
Retroceden las agujas segunderas
Mientras la oscuridad de la inminente
Parada mata tus esperanzas de pradera,
Ya que sin darte cuenta el camino se
recorrió,
Paso a paso, flaqueando por los destellos
De aquel hermoso dinero
Que un iluso atajo por la calle te vendió.
Y por fin ha pasado nuevamente el pasado,
Y con su paciencia en la esquina quedó
parado
Esperando la mirada de un retrovisor
temporal,
Un destello de neuronas que no se han
quemado,
Un instante de vodka pintado en la acera,
O más bien en los labios de una bella
damisela,
Sabrá la metáfora su forma astral presente
Porque este servidor no tiene ni idea en su
mente,
Aún con sus lentes de miopía perdida,
Aún con las vibraciones que envía día a
día,
Pero más daría un mendigo a los ricos
Que la voluntad de dejar la paciencia
olvidada,
Pues por más inoportuno que ande este frío
Se confía en la corriente inesperada,
Para esperar, la silla se matiza con un
cafecito
Negro y amargo como las madrugadas,
Las vividas sin sueño viendo fijo el
prohibido
Cuadro de la paleta de cada mañana,
Las recitadas tras algunos whiskies en
rocas
Y leyendas de un pasado africano,
La persistencia de un carajillo que invoca
Su vida a través de su mano.
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