Mira que yo solo te miro,
Ese iluso del balcón,
el de la inquieta voz,
y allá a lo lejos veo un ave
roja o verde solo tu corazón sabe,
así como es el único testigo
de mi fábula contigo,
del teatro inglés como shakesperiano,
aunque con un sabor inesperado,
melancólico y dramático,
no novela, algo más romántico,
como bailando en un bote sin vela,
la balada latina creada por la marea
alfombra estrellada de luna llena,
como el rose de tus tonos suaves
al ritmo de mi compas andante,
inspirado en nuestra primera vuelta,
recuerdo libre al aire sin silueta,
de dos ojos distintos en un solo canal,
mirando desde lados opuestos del panal,
reina y
vasallo, el simple no tus pies,
guiándote en un flujo de rica miel,
riendo y gozando el momento,
atolito del alma con
tormento,
la fantasía producto de
la sonrisa
por la que yo hasta iría
a misa,
me trago los clavos de mi
mesa
y después la mezcla más
espesa,
no importaría,
por otro reto de esos
yo lo haría.
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